Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. Estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande, y eso que las he tenido de muchas clases. Sí, podría unir mi vida uniendo casualidades.
trescientas noches como trescientas paredes y el mar será una magia entre nosotros.
No habrá sino recuerdos. ¡Oh tardes merecidas por la pena! Noches esperanzadas de mirarte, campos de mi camino, firmamento que estoy viendo y perdiendo.... Definitiva como un mármol entristecerá tu ausencia otras tardes.
Este es mi mejor mundo puesto que tú lo habitas -lo habitamos-, en medio del llanto y la palabra. Para estrenarlo, hubimos de adoptar la esperanza que, como lazarillo, guiara nuestros pasos. La soledad contigo qué dulce se presenta. El mar, contigo, al fondo, su amistad nos ofrece; el pájaro nos canta, el agua corre limpia, por la noche asomamos nuestros rostros en paz juntos, frente a la estrella. Y cuando en el instante de sentir a Dios, tomas mi mano, qué silencio mi corazón recoge. Todo está más que dicho en ese mundo antiguo donde tú rescataste mi tristeza. Hoy estreno la luz, la verdadera, la única que podía iluminar mis ojos. Amor, un mundo nuevo, un reducido mundo para cantar: es todo. Ya es bastante: lo único.
Qué ternura encontrarte, viejo amor imposible, qué dulce conocerte después de que el olvido hizo más imposible nuestro amor imposible. Nunca tú supiste el amor que te tuve: entonces escuchaba con tu fantasma un vals y conocía el asombro de mirar tus pestañas y, sin tú darte cuenta, mi alma cabía completa en tu labio inferior. No creas que había fotos. Era la presencia real que sólo poseen los amores imposibles. Nada de esto te dije cuando me dio tanto gusto que alguien nos presentara sin saber lo que hacía, acercarme a tu ternura que ahora no invento. Nada de esto te dije. Esas ridiculeces no se dicen. Los amores imposibles son los más ridículos amores. Contigo no me equivoqué cuando te amaba, pero ya no te amo. Un beso en la mejilla. "Volveremos a vernos".
Ya no soy la niña amarga que tenía un mar de llanto y alta ortiga por el alma.Ya no soy la niña enferma que al oír risas lloraba; ya salí del solitario bosque que me acorralaba.Ahora soy la niña verde, porque floreció mi calma. Ya no soy la loca triste, ya no soy la niña blanca, nuevo amor ha traspasado con el nardo de su lanza mi corazón, que ahora tiene un nombre de menta y ámbar. ¡Ay cuánta sonrisa noto que trepa por mis espaldas! ¡Qué brillo tienen mis ojos -viudos de siete mil lágrimas-! La vida me sabe a verso y los besos a manzana. -El monte arregla sus pinos, por las rocas el mar baila-. El amor danza en mi pecho. ¡Ya me quiere! ¡Ya me aguarda! Ya no soy la loca triste, que al oír risas gritaba; ahora soy la niña dulce, ya no soy mujer amarga.
Que nadie toque este amor. Que todos ignoren el sigilo de nuestro cielo nocturno y el secreto sea el aire dichoso de nuestros plácidos suspiros. Que ningún extraño contamine el sueño tuyo y el mío: cualquier visitante es un invasor en el tibio ámbito donde habitamos; aquí el tiempo es agua fresca en movimiento, apenas sutil vuelo, y todas las gentes viven muy lejos de nuestro jardín alucinado, ajenos a nuestro paraíso secreto.
Darío Jaramillo
Hace apenas unos días que conozco su obra, pero Darío Jaramillo se ha convertido en uno de mis poetas preferidos.